CUERDAS: Esa obra que mantiene viva la magia del teatro en Panamá
Ya sea que seas un ávido fanatico del arte de las tablas o que simplemente te haya tocado acompañar a algún pequeño a una obra infantil, todo estaremos de acuerdo en que el teatro es ese espacio de tiempo donde la magia cobra vida, ya que eres capaz de ver en primera persona y en vivo, como otros humanos tan reales como tú, logran transformarse en aquel personaje que te impacta por como aborda temas tan comunes como la comedia de nuestros días, o tan complejos como los demonios internos de nuestras vidas.
Cuerdas es una obra teatral que ensalza al máximo la capacidad histriónica de sus personajes abrazado en el más puro minimalismo de producción, lo que les exigió a sus actores y personal involucrado en la misma, el mayor de los compromisos al exhibirse en la meca de las artes en Panama, el místico Teatro Nacional.
Cuerdas, obra creada por la dramaturga y directora de teatro mexicana Bárbara Colio es una comedía dramática que más que abordar la historia de tres hermanos y su última reunión con su padre artista, nos llevaron de la mano a quedar inmersos en una historia que toca la vida de cada uno de los presentes en uno u otro sentido de la vida que abordamos a diario o en algunos pasajes de nuestra propia historia.
Erick de León, Juanxo Villaverde y Manuel Paz fueron aquellos valientes que esperaron pacientemente su oportunidad de mostrarles a un público ávido por la buena cultura, -esa que enseña, que te hace meditar, que te hace crecer- lo que en un escenario tan importante eran capaces de dar… y no defraudaron.
Juanxo intrerpretando a Paul nos da una muestra de lo que su capacidad de hacer comedia puede alcanzar, sin abandonar el peso de su papel al ser el punto medio entre dos historias tan distintas de sus hermanos a la vez que descubre sus complejos inconscientes de parecerse a su madre.
Erick de León interpreta magistralmente a Prince, el menor de los hermanos que a aprendido a lidiar con los conflictos de su familia y nos muestra lo puro de su alma al olvidar las tristezas de su niñez y aferrarse emocionalmente al único ser que le ofreció cariño sincero, no importando que el mundo gire de forma diferente, solo porque el se acepta como alguien diferente.
Manuel Paz, quien mayor carga actoral tuvo durante la obra, nos mostró de manera magistral al hermano mayor Peter, aquel que sufre de la eterna búsqueda de la aceptación y reconocimiento y que no importa el éxito logrado profesionalmente, hace ver el vacío interno que sufre en cada paso de su vida.
Los dilemas del miedo a crecer en muchos casos, el miedo a perder a alguien en otros, el pesar por las malas decisiones que hemos tomado o la incertidumbre de armarnos de valor para tomar otras. Los traumas propias de la niñez y la complicidad fraternal son temas que esta obra expone sin medias tintas y que con toques de comedia hacen el trago mas llevadero, fuerte pero como el buen whisky pasa rápido una vez apruebas la propuesta en escena y la entrega de los actores a su papel.
Bajo la dirección del reconocido director Edwin Cedeño y la productora Vortice, la apuesta a ver teatro de calidad en vez de ostentación dió los resultados esperados para aquel que es fánatico de este arte tan hermoso pero tan poco compartido entre las masas. Ojalá la cultura fuera pieza fundamental de la educación en este bendito país para que más personas pudieran apreciar dos cosas, uno que existe talento increíble en Panamá y dos, que el teatro sana, el teatro inspira y el teatro enseña.
Una única función especial que te deja con ganas de volver a reconciliarte con ese amor que la pandemia separó, ir al teatro en vivo y llenar tu alma no solo con las interpretaciones de maravillosos actores que no solo te hicieron reir y llorar, sino que te ahorraron el terapeuta por ponerte a meditar sobre ti, los demás y la vida.